Excepcional escultura de madera policromada de rara armonía y fineza, tanto por el detalle anatómico como por el dinamismo plástico típicamente renacentista. Los colores son todavía los originales, con signos, en algunas partes, de antiguos intentos de limpieza.
El hábil y anónimo escultor, que quizás sea también el pintor de la escultura, ha dado vida a una joven Madonna vestida con un traje caracterizado por espléndidos drapeados que envuelven su figura, realzada por un dulcísimo rostro enmarcado por el cabello recogido y protegido dentro de un velo blanco sujetado por un círculo. Esto refleja, como es tradición, la moda típica de las mujeres del siglo XVI. Sobre su mano izquierda sostiene al Niño apoyado con ligereza sobre la mano derecha de la Madre. El Niño ofrece un racimo de uvas, signo de abundancia y prosperidad.
Una obra preciosa y fascinante que trasciende el tiempo y permite que nos llegue el irrepetible sueño artístico del Renacimiento itálico.
Altísima escuela
Arte veneciano – Mediados del siglo XVI (aprox.)
Medidas: Altura cm. 42 - Anchura cm. 14 - Profundidad cm. 10