Pintura refinada que se basa en el cuadro de Sir Alma Tadema que representa un encuentro entre amigas dentro de un elegante patio pompeyano con vistas al mar. Las dos jóvenes están vestidas con "peplos a la romana", a sus pies una piel de tigre que subraya el ambiente juvenil y desenfadado de la escena. Detrás de las dos protagonistas se observa un bello grupo escultórico, también femenino, que retrata a dos mujeres intentando contarse secretos.
Óleo sobre lienzo.
Italia - 1920 (ca.)
Medidas: Altura cm. 101 Anchura cm 69
Sir Lawrence Alma-Tadema, nacido Lourens Alma Tadema, pintor holandés. Nacido en Dronrijp el 8 de enero de 1836 y fallecido en Wiesbaden el 25 de junio de 1912. Su cuerpo reposa en una cripta de la catedral de San Pablo en Londres.
Formado en Bélgica en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes (Koninklijke Academie voor Schone Kunsten van Antwerpen), desde 1870 hasta su muerte se estableció en Inglaterra. La mitad del siglo XIX, gracias también a las misiones arqueológicas, recuperó el gusto por las antiguas civilizaciones: los griegos y los egipcios (ya antes con Winckelmann y las campañas napoleónicas), Roma y el mundo pompeyano con los descubrimientos en Herculano y alrededores. Alma-Tadema no podía ignorar esta antigüedad que volvía a la luz. De hecho, se convirtió en uno de los pintores más famosos de finales del siglo XIX en Gran Bretaña y considerado uno de los pintores victorianos más influyentes.
Se casó, en el ayuntamiento de Amberes, con Marie-Pauline Gressin. No se sabe nada de su encuentro. Pasaron su luna de miel en Florencia, Roma, Nápoles y Pompeya. Esta, su primera visita a Italia, desarrolló su interés en representar la vida de la antigua Grecia y de Roma, especialmente esta última desde que encontró nueva inspiración en las ruinas de Pompeya, que lo fascinó e inspiró gran parte de su trabajo en las próximas décadas. Quedó viudo con dos hijas que criar, Alma-Tadema en 1871 se casó con una noble inglesa, Laura Epps, que prestó sus rasgos a varias pinturas.
Dos años después se convirtió a todos los efectos en británico, en 1876 entró en la Royal Academy, en 1899 fue nombrado caballero y en 1907 tuvo el honor de la Order of Merit. Además, el conocimiento de los prerrafaelistas influyó en su pintura donde aportó sensibles modificaciones a su paleta pictórica, también a la consistencia de las pinceladas. Con la segunda esposa hicieron un viaje en el Continente que duró cinco meses y medio y los llevó a través de Bruselas, Alemania e Italia. En Italia volvió a visitar las antigüedades de Roma y de Pompeya y esta vez adquirió diversas fotografías, sobre todo de las ruinas, iniciando su inmensa colección capaz de documentar ampliamente la documentación utilizada para la finalización de las pinturas futuras. En enero de 1876, alquiló un estudio en Roma. La familia volvió a Londres en abril, visitando el salón parisino en el camino de vuelta. Durante más de sesenta años ha dado a su público exactamente lo que deseaba: pinturas distintivas y elaboradas de gente guapa en ambientes clásicos. Sus increíblemente detalladas reconstrucciones de la antigua Roma, con lánguidos hombres y mujeres posados contra el mármol blanco a la luz del sol deslumbrante, famoso por sus representaciones del lujo y la decadencia del Imperio Romano, con figuras lánguidas incrustadas en fabulosos interiores de mármol o en un fondo de deslumbrante mar y cielo azul del Mediterráneo visto desde las casas de Pompeya
Ya en la época la crítica definió sus cuadros como una suerte de museos, una galería de objetos arqueológicos perfectamente delineados, en sintonía con aquella que era la cultura anticuaria y coleccionista de la época, expresada en las casas privadas y en los talleres de los artistas, colmas de originales, copias de obras maestras y minucias decorativas de todo tipo y género. La gran habilidad y originalidad de Alma-Tadema se revela con vigor en la representación de los materiales: objetos preciosos y buscados, telas refinadas de las que consigue rendir la consistencia y la calidad con sorprendente virtuosismo.
Estupendas escenografías de mármoles brillantes hacen de fondo a sus creaciones, una suerte de espectacular e ideal ambientación en la que toman vida las preciosas visiones del artista.
Sensualidad y agrado animan la pintura de Alma-Tadema que rehúye de la representación de imágenes violentas, aún transmitidas por la antigüedad. Con paños antiguos él reviste y ennoblece la sociedad victoriana, con todo el esplendor de las mansiones, la buscada elegancia de los vestidos femeninos, la enigmaticidad alusiva de ménage familiares aparentemente normales.