Taller de Simon Troger
(Abfaltersbach, 1683 Múnich, 1768)
Pareja de peregrinos
Esculturas en madera, marfil y cuero, cm 15 y 15,5
Obra provista de certificado Cites n. IT/CE/2022/FO/02070
Los dos peregrinos están representados con sus vestimentas o “esclavinas”, en tejido áspero (representado aquí en madera) que, aunque harapientas y desgastadas, muestran una precisión en el detalle: lo suficientemente largas para cubrirse de las inclemencias del tiempo, pero por encima del tobillo para no obstaculizar los pasos; definidas superiormente por una esclavina, llamada la peregrina, metáfora de la humanidad de Cristo que envuelve y protege. Ambos personajes tienen fijada al manto la “concha”, una especie de concha que simbolizaba el tiempo para dedicar a la reflexión sobre la naturaleza de los sentimientos, corporales (el agua que bebes o donas a quien tiene sed), morales, éticos y espirituales (el agua que se recibe de la concha en el bautismo). Una alforja de piel de animal para recordar que todos debemos morir, era uno de los accesorios indispensables, se llevaba rigurosamente abierta en señal de confianza. Aquí está realizada en marfil. Una cantimplora para el agua, con forma de calabaza, cuelga del lado derecho de los dos, colgada de un cordel de cuero (también representada aquí en marfil).
El bastón de madera llamado bordón servía de apoyo y para defenderse de los animales salvajes que se encontraban a lo largo del camino; siendo él el tercer pie sobre el que apoyarse, representaba a la Trinidad, que siempre acompaña y sostiene.
Completa el atuendo, un gran sombrero, aquí en madera, o “petaso”, de alas anchas que reparaba de la lluvia y del viento, del calor y del frío. Uno de los dos caminantes lo lleva puesto mientras que el otro lo tiene bajado sobre los hombros.
El peregrino que lleva el sombrero, tiene en la mano un cuaderno, que solía servir para anotar los lugares visitados. Sus rostros, manos y pies, así como algunas partes del cuerpo que sobresalen de las vestimentas, están realizados en marfil.
Simon Troger fue el principal protagonista en el arte de crear figuras parte en madera, extraída de esencias de árboles frutales o exóticos, y parte en marfil. Algunos estudiosos sostienen que esta invención del artista nace de la imitación de las antiguas esculturas del arte clásico realizadas con la combinación de mármoles blancos y policromos, o mármoles y ébano.
También el principio mismo de utilizar el marfil para representar el encarnado de los personajes - las partes más nobles - y la madera para la ropa, los bastones y los sombreros, es un llamado al arte clásico más precioso.
Los ricos drapeados de contornos ondeantes, la torsión de los cuerpos, la fuerte expresividad de los rostros y la representación de los detalles, coinciden con los estilemas escultóricos “trogerianos” de mediados del siglo XVIII; sin embargo, la prevalencia de la madera respecto al marfil, induce a hipotetizar que estas dos obras salieron de su taller, pero no por mano directa del maestro.
Anna Maria Cucci