Giuditta con la cabeza de Holofernes
Técnica y dimensiones: óleo sobre lienzo, 109 x 92 cm.
Autor: escuela veneciana de finales del siglo XVII, taller de Andrea Schiavone
El cuadro que presentamos se inspira directamente en el famoso libro bíblico veterotestamentario de Judit, constituyendo una representación icástica del episodio más significativo narrado en él: durante el reinado del rey babilónico Nabucodonosor, en el curso del asedio asirio de la ciudad de Betulia, Judit, bella y rica viuda hebrea, con la ayuda de una estratagema, se dirige al campamento enemigo, finge ceder a las lisonjas del general asirio Holofernes, durante un banquete lo emborracha y lo mata golpeándolo dos veces en el cuello con una espada.
El macabro trofeo de guerra es entonces entregado por Judit a su doncella Abra, lista en la escena para recibirlo en la alforja de las provisiones.
La cabeza del general será posteriormente expuesta desde las murallas de la ciudad asediada obligando a los Asirios a la retirada.
A la crudeza sin descuentos del episodio se contrapone en nuestro lienzo una intrínseca “levedad” y “capacidad de trascender la mera imitación de la naturaleza”, cualidades que Bortolotti atribuye al pintor y grabador Andrea Schiavone (1515 c.ca-1563), nacido en Zara y veneciano de adopción.
Entre Tintoretto, Tiziano, Bassano y Veronese, el suyo es un lenguaje pictórico “desprejuiciado”, apreciado por Tintoretto, Carracci y El Greco y celebrado por Ridolfi y Boschini por el preponderante cromatismo.
Han contribuido de manera decisiva a un conocimiento más completo y profundo del artista tanto el Congreso internacional de estudios celebrado del 31 de marzo al 2 de abril de 2016 en la librería Sansoviniana de la Biblioteca Marciana como la muestra “Esplendores del Renacimiento en Venecia: Andrea Schiavone entre Parmigianino, Tintoretto y Tiziano” comprendiendo ochenta trabajos del Maestro nunca reunidos antes.
Debiéndose excluir de los estudios conducidoS un aprendizaje de Schiavone en tierra Dálmata, las evidencias documentales y estilísticas nos permiten de colocarlo entre el arte veneciano y el manierismo del centro Italia, en particular parmesano (C. Ridolfi, “Le meraviglie dell’arte” (1648), a cura di D. von Hadeln, i, Berlin 1914, p. 247).
Estimado grabador, apreciado por Vasari que le encargó la primera obra documentada hoy purtroppo perdida (Batalla entre Carlo V y Barbarossa, 1540), Schiavone tuvo modo, proprio a partir de las incisiones, de perfeccionarse y precisar su estilo declinado en favor de “una linea fluida e guizzante”, “elegantemente decorativa, que sintetiza libremente las formas esbozado los perfiles de las figuras con un proceder rápido y nervioso” (Bortolotti).
Tal fusión entre la componente manierista sobre todo parmigianinesca y la tradición pictórica veneciana postgiorgionesca ya está bien atestiguada en sus inicios en cuatro tableros conservados en el Kunsthistorisches Museum de Viena (dos historias de Apolo y dos historias de Júpiter), a los que hay que añadir cuatro pinturas, datables entre el 1542 y el 1547, manifiestos formales de la completa recepción de la sugestión manieristas de Roma, Florencia y Parma en el seno de la pintura veneciana (Sansón que mata a un filisteo, Florencia, Pitti; Conversión de san Pablo, Fondazione Querini-Stampalia, Venecia; Bodas de Cupido y Psique, Istituto di Studi Rinascimentali, Florencia así como su versión posterior de algunos años hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York).
Se trata, en cualquier caso, de pinturas, todas, que testimonian además una cierta no despreciable proximidad con artistas presentes en la escena lagunar y particularmente sensibles a las sugerencia extra-venecianas: es el caso de Paris Bordon, de Francesco Salviati así como de los jóvenes Tintoretto y Bassano.
Una palpable y elocuente specularidad técnica con nuestro cuadro muestras la Adoración de los Magos de la Pinacoteca Ambrosiana de Milán: emergen similarmente “una acentuada estilización formalística” y una “deslumbrante andamento cromatico, denso de accensioni, dissonanze e cromatismi” (Bortolotti), rasgos todos rastreables en nuestra Judit rindiendo cuenta de “una pintura rápida, abreviada, esbozada que esemplifica paradigmaticamente quella tecnica di “tocco” che fece scuola nel contesto lagunare della metà del secolo” (Id.).
Andrea ama el color. Hablando de un otro ejemplificar lo mismo, hoy en collezion privada, así escribe dello Schiavone Mario dal Bello: “la sua Giuditta fa cantare la pienezza di rossi purpurei, di biondi lucenti”.
Vero “outsider” dal linguaggio spregiudicato, lo Schiavone continua a sedurre in tutto ciò che di trasgressivo la sua pittura continua a comunicare all’uomo di oggi così creando un filo di sottile complicità il cui messaggio come quello di Giuditta: saper osare.
Medidas Al. x An. x P 109 x 96 x